Por qué no he visitado nunca el castillo de Chambord

A veces, lo mejor de los viajes está en los cambios de planes. En Francia, hay que saber olvidarse del programa establecido para disfrutar del placer de dejarse sorprender. Salimos de Nantes para recorrer el Loira en bici hacia Chambord, y casi hemos llegado al castillo…

Chambord es un monumento de la historia de Francia, la megalomanía de Francisco I en su máximo esplendor, la escalera maquiavélica de doble revolución de Leonardo da Vinci… En definitiva, hay que verlo. «Cuando nuestros amigos de Nantes nos propusieron la idea de recorrer la orilla del Loira en bicicleta, no lo dudamos ni un segundo».

De Nantes a Trélazé (100 km)

Las mallas no son nada sensuales, pero serán muy necesarias para recorrer los 237 km de carril bici hasta llegar a Chambord. Primera etapa: Nantes-Trélazé. Nos lanzamos en dirección a la capital del país de la pizarra, muy típica en los tejados angevinos. En la antigua planta minera, la naturaleza ha recobrado protagonismo. Dejamos las bicis a la orilla del lago para darnos un buen chapuzón.

De Trélazé a Souzay-Champigny (49 km)

Seguimos el recorrido de los trogloditas, que une Montsoreau a Saumur. Kilómetros de piedra blanca escarbada con viviendas, galerías y cavernas. Todo eso nos abre el apetito. Nos detenemos en el restaurante troglodita Le Saut aux Loups para almorzar y degustar unas «galipettes», una especialidad local inigualable: champiñones rellenos de charcutería, caracoles o queso, y cocinados en horno de pan. ¡Una delicia! Unos pocos kilómetros más y llegamos a Souzay-Champigny, muy cerca del castillo de Margarita de Anjou. Atravesamos la rue du Commerce, una calle medieval totalmente subterránea. Convertidos en hombres de las cavernas, los niños no se quieren ir de allí… Da igual, porque todavía hay sitio en L’Escale Troglo, un albergue en la misma ladera.

De Souzay-Champigny a Bréhémont (32 km)

Esta mañana, la bici se nos hace cuesta arriba porque empezamos a estar bastante cansados. Decidimos cortar por lo sano y reducir las etapas para hacer parte del trayecto en el tren Interloire. Un servicio muy apropiado entre junio y agosto, que permite llevar las bicicletas gratuitamente en el tren para retomar el carril bici un poco más lejos. ¡Perfecto! En Bréhémont, nos llama la atención una especie de embarcación que parece un patín de pedales en forma de catamarán: el acuaciclo. Dicen que las islas del Loira son un paraíso para los castores y las garzas. ¿Probamos entonces el vehículo ese?

De Bréhémont a Chambord (o casi)

En Blois-Chambord, ¡todo el mundo baja! Estamos a apenas 15 km de Saint-Dyé-sur-Loire, donde el rey Francisco I quería construir el puerto de Chambord y por donde transitaban los materiales necesarios para la construcción del castillo. Aguantamos hasta el final. Llegamos muertos de hambre, tras un pinchazo y dos caídas. Menos mal que nuestros amigos han tenido la genial idea de reservar en un buen restaurante para celebrar el final de nuestro periplo: Le Manoir de Bel Air. Nuestro atuendo no encaja demasiado bien en este establecimiento selecto, pero no parece que les importe demasiado a nuestros anfitriones. La construcción del siglo XVII es espléndida y, en la terraza, nos espera un delicioso rayo de sol después de comer. Nos olvidamos de las agujetas y perdemos la noción del tiempo… ¡No conseguiremos llegar a Chambord! No pasa nada, volvemos a Nantes, en el Interloire y sin paradas. Volveremos el año que viene, porque el castillo no se va a mover de su sitio.

Cita en el Valle del Loira