Sostenibilidad y arte bajo la luz de Provenza y Costa Azul

En Provenza y Costa Azul el tiempo merece una prórroga y el arte se convierte en un imán que lo atrae todo, incluido al viajero. Aquí, la calidad está en cada detalle, en el respeto al medioambiente y el turismo sostenible.

Buen tiempo, una luz única y rincones fotogénicos por doquier. Culto al arte, amor a lo propio y orgullo del sur de Francia. Así son Provenza y Costa Azul, destinos que han atraído a cientos de artistas por su luz, por su forma de contemplar la vida y, cómo no, por sus entornos naturales. Un viaje a Provenza es una confirmación cara a cara con la belleza y un encuentro íntimo con la pureza.
En esta esquina del mundo donde no imperan las prisas ni el afán consumista, la hospitalidad campestre a la antigua usanza se asume como una constante: pequeñas ciudades y pueblos de postal se visitan a ritmo lento disfrutando de sus encantos y del trabajo de múltiples artesanos que asumen el valor de la tradición como si de un mandamiento se tratara. El placer de quienes llegan a estas tierras radica en observar unos paisajes que a cada paso susurran que Provenza es siempre arte, es arte en sí misma.

Arte de ayer y hoy

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En Aix-en-Provence, la ciudad provenzal que debe su nombre al agua, nació Paul Cézanne, y visitar aquí el Atelier de la Colline des Lauves es entender cada paso que dio en su carrera el llamado “padre de la pintura moderna”. Algunas de sus obras se pueden ver en el Museo Granet, uno de los más bellos de Francia. En él, no se pueden pasar por alto las obras de las escuelas de Rubens y Rembrandt o pinturas de Renoir, Monet, Van Gogh, Degas, Picasso o Braque. En cualquier caso lo más recomendable para estas visitas es hacerse con una de las bicicletas eléctricas (Fatbikes & ebikes) de Cyclopub para así seguir este recorrido de la forma más slow.

Land Art en el Château La Coste

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La unión de vino, arte y arquitectura tiene un nombre: Château La Coste. Se trata de la segunda colección del mundo de land art, a tan solo 15 kilómetros de Aix-en-Provence, en el departamento de Bouches-du-Rhône. Aquí, el irlandés Patrick McKillen, obsesionado por el arte contemporáneo, ha permitido sublimemente que grandes artistas salpiquen su viñedo con modernas creaciones. El edificio central de hormigón es del japonés Tadao Ando, el Pavillon de Musique es de Frank O. Gehry, la bodega, de Jean Nouvel; y es la araña Maman o Crouching Spider de Louise Bourgeois la que desde un estanque da la bienvenida a un mundo único junto a la escultura móvil Small Crinckly, de Alexander Calder, la serie Wish Tree, de Yoko Ono; o la enigmática Drop en acero inoxidable del estadounidense Tom Shannon. No faltan los edificios agrícolas de Renzo Piano y Oscar Niemeyer en ese conjunto de 40 artistas contemporáneos que plasman aquí sus obras al aire libre. Aquí la cultura biodinámica es una prioridad, contribuyendo así a la preservación del suelo y del medioambiente de tal manera que se otorga más importancia a la calidad que a la cantidad de la producción enológica, generando así un absoluto respeto por la naturaleza y sus ritmos. En 2009, los vinos del Château La Coste recibieron la etiqueta Agricultura Ecológica, que reconoce el respeto de la tierra y los métodos utilizados.

Fundación Vasarely

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Si quieres acercarte al mundo OP.ART del húngaro Vasarely radicado en París, su propia fundación es el lugar para dejarse engañar por imposibles perspectivas y extrañas formas llenas de color. Vasarely nos confunde con sus creaciones, y lo hace convencido de que el arte debe tener movimiento para que deje de ser un concepto estático. La escalera del interior, inspirada en las de los castillos renacentistas de Blois y Chambord, es hexagonal y de doble hélice. Conecta la planta baja con la parte del primer piso que está abierta al público. Cada una de las dos rampas se divide en tres tramos sucesivos de escalones con dos descansos intermedios. La balaustrada es moderna por su elección de materiales: paneles metálicos y placas de vidrio.

Encantos y curiosidades del Luberon

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En la propiedad vitícola Domaine de La Citadelle, en el Luberon, el Musée du Tire-Bouchon presenta 1.200 piezas del siglo XVII a nuestros días venidas del mundo entero.
En el llamado Colorado Francés y dentro de una antigua fábrica de ocres y minerales para pinturas que cerrara en 1970, se encuentra el Conservatorio de los Ocres que explica cómo de las minas cercanas salían los minerales de todas las pinturas del mundo y que hoy, además, es un centro de estudios del color. La mejor manera y la más ecológica de descubrir el patrimonio natural y cultural del macizo de los ocres es a bordo de un carruaje tirado por caballos de la empresa Hipposervices.
La Fundación Blachère, en un polígono industrial de Apt, promueve nuevos talentos artísticos africanos. Nacida de una de las empresas de iluminación más grandes de Europa, la fundación realiza exposiciones donde pintura, fotografía, moda o escultura son los protagonistas. No muy lejos está Isle-sur-la-Sorgue, conocida como la Venecia Provenzal por sus canales; su mayor fortaleza es la cantidad de anticuarios y tiendas vintage que se concentran en sus calles; una villa que merece una visita pausada.

El hotel que sin ser museo lo parece

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En un glamuroso palacio de la Belle Époque, declarado monumento histórico de Francia y en pleno Paseo de los Ingleses de Niza, se encuentra el legendario Le Negresco. Un hotel con más de 6.000 piezas de arte que, sin excusas, se debe conocer, pues aquí se rinde culto a las creaciones artísticas desde el reinado de Luis XIII hasta las esculturas de Niki de Saint-Phalle. La lámpara de su lobby fue encargada por el zar Nicolás II y de ella penden más de 16.000 cristales de Baccarat. Y para rematar la visita a Niza, el Museo de Arte Contemporáneo y Moderno (MAMAC) expone creaciones artísticas europeas y americanas desde 1950 hasta nuestros días.

Pueblos y jardines con encanto

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En un viaje a Provenza no puede faltar una visita a la población de Gordes, que colgado de un promontorio rocoso de los montes de Vaucluse, parece sacado de una postal. Su castillo renacentista, sus callejuelas empedradas sus fuentes y pasajes abovedados no dejan indiferente a nadie.
Para poner la guinda al pastel, y si se dispone de tiempo una magnífica idea es recorrer Cap Ferrat, situado en el corazón de la Costa Azul entre Niza y Mónaco y donde jardines y villas, como la Ephrussi de Rothschild, son visita obligada. Se trata de un magnífico palacio rodeado de nueve jardines temáticos: jardín francés, jardín español, jardín florentino, jardín lapidario, jardín japonés, jardín exótico, jardín provenzal y rosaleda.

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Cita en Provenza y Costa Azul