Palace The Peninsula Paris: el renacimiento de un mito

La entrada del Palace está situada en el número 19 de la avenida Kléber
George Gershwin compuso "Un americano en París". Pero fue el grupo asiático Península el que devolvió al antiguo Hotel Majestic su antigua gloria. Para restaurar el antiguo edificio de 1908, fueron convocados los más renombrados maestros artesanos de Francia ¡No podía ser menos para este lugar histórico situado a un paso de la plaza Étoile!

Cascada de hojas en el vestíbulo

Nada más entrar, el vestíbulo principal marca la pauta. La cascada de 800 hojas de cristal de la araña destaca por su gracia aérea, el aspecto monumental y lujoso del lugar, entre suelos de mármol y altos techos.

Un biplano en el restaurante

L'Oiseau Blanc, restaurante con dos estrellas en la Guía Michelin, cuyo nombre rinde homenaje al biplano desaparecido durante el primer intento de cruzar sin escalas el Atlántico Norte. Su réplica (completa en un 75%) se encuentra a la entrada del restaurante. Pero lo que llama la atención es la vista de 360° sobre París desde la terraza panorámica de la planta 7ᵉ. Ideal para una cita romántica.

Un biplano en el restaurante

L'Oiseau Blanc, restaurante con dos estrellas en la Guía Michelin, cuyo nombre rinde homenaje al biplano desaparecido durante el primer intento de cruzar sin escalas el Atlántico Norte. Su réplica (completa en un 75%) se encuentra a la entrada del restaurante. Pero lo que llama la atención es la vista de 360° sobre París desde la terraza panorámica de la planta 7ᵉ. Ideal para una cita romántica.

Habitaciones modernas

Las 200 habitaciones y suites ultra espaciosas destilan una sobria elegancia, todas en gris perla y crema, y cuentan con lo último en comodidades modernas: tabletas interactivas y pantallas en la pared para ajustar la calefacción o consultar el tiempo...

Una firma histórica

Fue entre estos paneles cubiertos de suntuosa carpintería de roble que Henry Kissinger, entonces jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos, negoció en 1973 los acuerdos que traerían de paz a Vietnan. Es el valor histórico de este sitio.

Una firma histórica

Fue entre estos paneles cubiertos de suntuosa carpintería de roble que Henry Kissinger, entonces jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos, negoció en 1973 los acuerdos que traerían de paz a Vietnan. Es el valor histórico de este sitio.

Restaurante asiático

El restaurante Lili resalta con brillantez las raíces asiáticas de la enseña Peninsula. La decoración que evoca la ópera china sirve de telón de fondo a una refinada cocina inspirada en la gastronomía cantonesa y en las especialidades de Hong Kong.

El más grande spa

El spa no sólo es enorme – 1.800 m2, ¡el más grande de los palaces parisinos! También es un espacio muy exclusivo todo en precioso granito y mármol con dos cabinas dobles para tratamientos en pareja. La hermosa piscina (20 metros de largo), flanqueada por jacuzzis, invita a relajarse mientras los más deportistas disponen de dos salas de fitness de última generación.

El más grande spa

El spa no sólo es enorme – 1.800 m2, ¡el más grande de los palaces parisinos! También es un espacio muy exclusivo todo en precioso granito y mármol con dos cabinas dobles para tratamientos en pareja. La hermosa piscina (20 metros de largo), flanqueada por jacuzzis, invita a relajarse mientras los más deportistas disponen de dos salas de fitness de última generación.

Yoga frente a la Torre Eiffel

También podemos salir del spa para practicar yoga o ejercicios de Pilates en la terraza. ¡La vista de la Torre Eiffel bien vale como recompensa por tanto esfuerzo!

Una cena con grandes genios

La "mejor cena de todos los tiempos" se celebró en 1922 en el antiguo Majestic. Reunió a Igor Stravinsky, Sergueï Diaghilev, Pablo Picasso, Marcel Proust y James Joyce, la flor y nata de los artistas de la época. ¡Uno no puede imaginar un mejor apadrinamiento!

Una cena con grandes genios

La "mejor cena de todos los tiempos" se celebró en 1922 en el antiguo Majestic. Reunió a Igor Stravinsky, Sergueï Diaghilev, Pablo Picasso, Marcel Proust y James Joyce, la flor y nata de los artistas de la época. ¡Uno no puede imaginar un mejor apadrinamiento!