Entre la frontera belga y el encantador puerto de Cancale, la costa septentrional de Francia es una extensa serie de playas bajas y acantilados espectaculares que albergan tesoros de la historia, de la naturaleza y de la gastronomía.
Calais, punto de partida hacia Inglaterra, marca el inicio de la Costa de Ópalo donde dunas, acantilados y extensas playas trenzan una geografía rural con campanarios, molinos y campos de amapolas. Después de Boulogne-sur-Mer se suceden localidades costeras y de veraneo como Hardelot y Le Touquet.
La Costa de Picardía alberga la bahía de la Somme, con sus canales y bancos de arena donde pacen las ovejas de prados salados.
No te pierdas la Costa de Alabastro con su arco monumental de Étretat y la Costa Florida que alterna playas de arena fina, acantilados, rocas y elegantes localidades de veraneo con un encanto intemporal, como Deauville, Trouville, Honfleur y Cabourg. Y qué decir de la Costa de Nácar, destacado lugar del turismo de la memoria.
Por último, para un cambio de aires total recomendamos las islas anglonormandas de Jersey y Guernesey frente a Granville, mientras que uno puede sentir la fascinación absoluta frente a la majestuosa abadía del Monte Saint-Michel, importante lugar turístico donde las mareas tienen la mayor amplitud de Europa.