¡No se lo digas a nadie! Te revelamos nuestras playas secretas en la Costa Azul

En la Costa Azul, a veces basta caminar unos pocos centenares de metros por el sendero del litoral o bajar una escalinata ligeramente escondida para descubrir una cala poco frecuentada bañada por aguas color turquesa. Desde Les Embiez hasta Roquebrune Saint-Martin, estas son nuestras playas preferidas para extender la toalla sobre una cinta de arena o de guijarros en un lugar apartado del mundo.

Una joya de plata en Le Lavandou

Pinos olorosos, una arena blanca y dorada tachonada de rocas, un mar con diversos matices de azul, el canto de las cigarras… A los pies del macizo salvaje de Les Maures, la playa Jean Blanc ofrece la quintaesencia de la cala mediterránea con la que uno sueña durante todo el año. Se accede a ella por el sendero del litoral entre Le Lavandou y Cavalière. Alberga otro tesoro: la cala salvaje de l’Eléphant, bañada por un agua esmeralda y escondida detrás de un afloramiento rocoso.

En el pinar en Bormes-les-Mimosas

La playa de Le Pellegrin debe su encanto al cinturón verde formado por los pinos que se alzan en sus orillas. Los árboles proyectan su sombra benéfica sobre esta extensa cinta de arena protegida por una cerca de madera que evoca la costa atlántica. Pero no, aquí estamos realmente en la Costa Azul: en el horizonte se recorta la isla de Porquerolles. Para desentumecerse las piernas, se puede recorrer el sendero del litoral hasta el fuerte de Brégançon (hay que calcular una hora y media de marcha), residencia oficial de verano del presidente de la República Francesa.

Burbuja natural en Ramatuelle

Entre le Cap Taillat y le Cap Camarat, unas rocas de granito y de esquisto rodean la playa de l’Escalet. Nos encontramos en el istmo de Saint-Tropez, cerca de la festiva y mítica playa de Pampelonne. Sin embargo, poca gente frecuenta l’Escalet. El encaje de piedra, también submarino, atrae a numerosos peces. La oportunidad de explorar los fondos con gafas y tubo antes de descansar sobre la toalla con el suave perfume de la garriga circundante.

El fulgor de l’Estérel

Las rocas rojas esculpidas por el viento del macizo de l’Estérel caen hasta el mar con matices esmeralda y azul. Este es el espectacular decorado de la carretera costera de la Corniche d’Or entre Saint-Raphaël y Théoule-sur-Mer. Más abajo, algunas playas rompen interrumpen la superficie rocosa. Una escalera conduce hasta la cala de la isla des Vieilles, una estrecha franja de guijarros ocres entre Agay y Anthéor. Debe su nombre al trozo de tierra roja que flota en el mar, muy apreciada por los buceadores. Las “vieilles”, son simplemente un tipo de pescado, la maragota…

Naturismo en la isla Sainte-Marguerite

Veinte minutos de travesía desde el puerto de Cannes bastan para llegar a la isla Sainte-Marguerite, un denso ramillete de pinos piñoneros y eucaliptos. En la costa sureste, frente al mar abierto y a la isla de Saint-Honorat, la playa de Pierres-Hautes invita al descanso. Sus grandes rocas calizas que se alzan sobre el agua y están protegidas de la mirada son muy apreciadas por los naturistas. Tras tomar un baño, hay que visitar el fuerte real construido por Vauban en la costa escarpada al norte de la isla. Se dice que cuando fue una cárcel acogió a la Máscara de Hierro.

Un secreto bien guardado de Cap-Martin

Una larga serie de escalones conduce hasta la playa de Le Buse, únicamente conocida por los habitantes y los habituales de Roquebrune-Cap-Martin. Sin embargo, es una etapa en la zona de Cabbé, uno de los más bellos senderos costeros de la región. Sus grandes piedras blancas inspiraron a Le Corbusier, que construyó su célebre cabaña en los altos, o a Eileen Gray que proyectó la icónica mansión E1027 muy próxima. El parque arbolado de la antigua residencia de una actriz italiana se extiende a lo largo de casi toda la playa ofreciendo sombra y frescor.

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