Una gran dosis de cultura en Lille

Lille es una de las ciudades más llenas de vida en la que haya estado nunca. Cuenta con infinidad de espacios culturales, resulta fabulosa para los amantes de la gastronomía y sus calles adoquinadas y su deslumbrante arquitectura hacen que se sienta un poco como una París en miniatura, pero con un exuberante toque flamenco.

Palacio de Bellas Artes

El Palacio de Bellas Artes hace honor a su nombre, ya que realmente se trata de un gran palacio y uno de los museos más grandes de Francia. Cuenta con la segunda mayor colección de artes plásticas fuera de París, con obras que van desde la Antigüedad hasta los artistas contemporáneos, incluidos los grandes artistas como Rubens, Goya, Monet, Van Gogh, Picasso y Chagall. Dirígete al sótano para descubrir una colección excepcional de mapas en relieve del siglo XVII, catorce modelos en miniatura que son réplicas exactas de ciudades como Ypres en Bélgica (se utilizó como guía para reconstruir la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial) y Lille. Estos mapas fueron empleados por Luis XIV y su famoso ingeniero marcial Vauban para planificar tácticas militares. Se organizan regularmente exposiciones temporales de clase mundial, con innovadoras pantallas táctiles (incluyen fotografía gigapíxel) que ayudan a explorar las obras.

Estación Saint-Sauveur

Una de las cosas que me encantan de Lille es la manera en que edificios abandonados pero espectaculares son reconvertidos en espacios culturales. La estación de tren Saint-Sauveur, una antigua estación de carga inaugurada en 1861, es ahora un espacio inspiracional que alberga con regularidad acontecimientos culturales, exposiciones artísticas y actuaciones. Cuenta con un cine, bar y restaurante, jardines y un bar temporal para los meses de verano. Los enormes almacenes resultan perfectos para exponer obras de arte, y me encantó el hecho de que se hayan dejado las vías de ferrocarril como un recordatorio del pasado que impregna el entorno actual. Es también uno de los principales puntos de Lille3000, el legendario festival trianual de arte, de nueve meses de duración, que se celebra en las calles y edificios públicos de la ciudad y sus distritos circundantes.

Museo del Hospice Comtesse

El Hospice Comtesse es un lugar cargado de historia. Fue fundado en 1236 por Juana de Constantinopla, condesa de Flandes, para cuidar a los pobres y enfermos. Cuenta con una maravillosa pintura en la capilla barroca donde se representa a Juana y su hermana Margarita entregando dinero a las monjas del hospicio. La parte más antigua del edificio se remonta al siglo XV e incluye salas magníficamente decoradas que representan la vida flamenca entre los siglos XV y XVII. Mis salas favoritas fueron una encantadora cocina del siglo XVII con hermosas baldosas blancas y azules de estilo Delft y un cuarto de la ropa con una plancha del mismo siglo que se encuentra perfectamente conservada. Cuenta con una fascinante colección de pinturas, antigüedades y exposiciones regulares dedicadas a la historia de Lille. Es un impresionante museo con una atmósfera auténtica, una visita obligada.

Sensaciones de arte callejero en Roubaix

No solo la ciudad de Lille disfruta de una extraordinaria presencia creativa, sino que también se puede encontrar multitud de manifestaciones culturales en su periferia. Visita Roubaix, a poca distancia en tranvía o metro desde el centro. Ya famoso por La Piscine, una piscina Art Déco transformada en un museo, Roubaix ha alcanzado el estatus de superestrella del arte con un festival anual de arte urbano (#XU), fabulosos murales y dos impresionantes estudios dedicados a la cultura urbana. El taller RemyCo cuenta con 15 artistas residentes entre los que se incluyen algunos nombres de reconocido prestigio (Mr. Voul y Freaks the Fab). Por su parte, el taller Jouret cuenta con la presencia de cuarenta artistas: pintores, escultores y diseñadores de moda, entre otros. El primer domingo de cada mes, puedes visitar los talleres, conocer a los artistas y adquirir alguna obra exclusiva de estas figuras del arte urbano.

Restaurante Barbue d’Anvers

En un edificio del siglo XVI oculto al final de un pequeño parque empedrado, el Barbue d’Anvers es toda una institución para los lugareños y los afortunados visitantes que lo encuentran. Esta estaminet, que en flamenco quiere decir «taberna», es una visita obligada para los amantes de la gastronomía que deseen probar el Lille más auténtico. Prueba alguno de los más exquisitos platos locales, como la carbonnade (estofado de carne a la cerveza), las croquetas de Maroilles (un queso de olor muy fuerte, pero que resulta completamente delicioso) y las excepcionales cebollas asadas a la francesa. Tomes lo que tomes, deja un hueco para el postre: la crème brûlée es un auténtico manjar y el especiado helado Speculoos (una especialidad flamenca) te hará llorar de emoción. Me encantó la decoración vintage que conforma un espacio cálido, acogedor, pintoresco y exquisito a la vez.

Meert en La Piscine, Roubaix

Meert es famosa por sus dulces de tipo joya y por los gofres más adictivos jamás producidos. Llevan elaborando repostería desde 1761 y una visita a su famosa tienda de Lille es como realizar un viaje al pasado. También cuentan con una bella sala de té y un restaurante Art Déco con una espectacular terraza ajardinada (perfecta para comer un día soleado) en el museo La Piscine de Roubaix. Me encantó cómo el menú refleja las exposiciones de clase mundial que se celebran en el museo. Realmente añaden un punto a la visita que no sé cómo describir bien. El chef colabora con los conservadores para diseñar menús exclusivos, con platos influidos por los temas de las exposiciones (también hay un menú clásico francés de temporada). No te olvides de dejar hueco para uno de los famosos postres y gofres. Estarás en buena compañía, ya que fueron creados para el rey belga Leopoldo I.

Sitios para alojarse: Gran Hotel Bellevue

Las ventanas del Gran Hotel Bellevue, de cuatro estrellas, ofrecen unas espectaculares vistas de la gran plaza central y corazón de Lille, la plaza del General de Gaulle. Está bordeada por majestuosos edificios antiguos decorados con fachadas flamencas, que en la actualidad albergan vibrantes bares y tiendas. No todos los días puedes abrir las cortinas y mirar a los ojos a una diosa, pero esto es exactamente lo que sucedía desde mi habitación porque la famosa estatua está orientada hacia el hotel. El Bellevue lleva siglos alojando huéspedes. El joven Mozart se hospedó aquí en 1765 durante una gira por Europa y probablemente podría reconocer algunas de las características originales, pero no todas. El edificio fue profundamente remodelado en 2018 con lujosas mejoras en las habitaciones y cuartos de baño. ¡Dormí como un bebé y no quería marcharme!

Cita en Lille, en Altos de Francia