Nimes, sabores y caprichos de la auténtica cultura mediterránea

La ciudad de Nimes, considerada por muchos como “la Roma francesa”, envuelve bajo su toga lo mejor de la cultura mediterránea. Y no me refiero tan sólo a sus restos históricos, que dan para una grandísima escapada. Fui tras esa Nimes que, utilizando como marco sus impresionantes monumentos, me permitió disfrutar de una suculenta oferta gastronómica, la alegría de los paseos vespertinos rondando escaparates encantadores y esas terrazas donde, no importa la época del año que sea, siempre huele a verano y a feria

Wine Bar “Le Cheval Blanc”, el restaurante más antiguo de Nimes

Para abrir boca y empezar un viaje a Nimes por todo lo alto, nada mejor que vigilar el gran anfiteatro desde bien cerca en unos de esos restaurantes en los que existe la sensación constante de que personajes como Hemingway o Picasso van a entrar por esa puerta en cualquier momento. Le Cheval Blanc se trata, con toda probabilidad del restaurante más antiguo de la ciudad. Sentado en una pequeña mesa y observando desde el fondo la galería abovedada de ladrillo desde la que se sostiene, me topé con un auténtico museo de arte y tauromaquia donde además de cuadros, esculturas y una decoración muy “fifties”, se exhibe (y saborea) una buena muestra de la cocina tradicional mediterránea acompañada por una hilarante selección de vinos.

Terrazas y cafés en el casco viejo

Lo mejor de un centro peatonal, coqueto y manejable es que permite sacar las terrazas a la calle y extender la posibilidad de beberse a sorbos la ciudad de Nimes. Encontré buenos ejemplos para elegir en Place du Marché alrededor de una simbólica palmera o en Place aux Herbes, donde me entretuve no poco rato leyendo los excelentes frisos románicos de la catedral mientras me refrescaba con una limonada casera bien fresquita.

La sofisticación de la cocina mediterránea con las mejores vistas a Las Arenas

Tras cinco años sin pisar Nimes descubrí uno de los mejores motivos para regresar a la ciudad occitana. Y ese es el novísimo Musée de la Romanité, un espacio moderno, didáctico e interactivo para todas las edades, que exhibe una muestra de más de 5.000 piezas del pasado romano a este lado de La Galia. Lo que no me imaginaba es que en lo más alto de dicho museo terminaría comiendo un maravilloso tataki de atún como parte de un menú apto para todos los bolsillos en un fabuloso restaurante con vistas (yo diría que las mejores) al anfiteatro romano. Las Arenas a mis pies por unos minutos que no dudé en saborear con gusto en La Table du 2.

Le Vintage... suite

De los aperitivos o las tapas del centro (son muy populares en esta ciudad tan aficionada a la cultura española) también resulta buena idea homenajearse a uno mismo con una buena cena en Le Vintage mientras se brinda por la buena vida de la noche siempre joven de Nimes. Para rematar la jornada, me senté en uno de los costados de una Maison Carrée tan blanca como la luna llena para atrapar la buena energía de esta ciudad.

Escaparates gourmet y degustación de la brandada

Una de las cosas que más me gusta cada vez que viajo a cualquier ciudad francesa es asomarme al cristal de esos escaparates preparados con tanto mimo. Uno de mis nimeños preferidos está frente a la catedral, Chocolaterie La Tabletterie, aunque donde más tiempo me entretuve la última vez fue en La Maison de la brandade “La Nimoise”. Un negocio levantado a través de cuatro generaciones donde el producto estrella es la brandada, una emulsión de bacalao, aceite de oliva y distintas especias muy típico de la región. Untar la brandada es tan nimeño como salir durante la Feria en Pentecostés. Y en esta casa se puede degustar antes de comprar. No se me ocurre un souvenir de Nimes mejor que éste.

Tocar el cielo de Nimes desde el cuadrado del arte

Si el día anterior comí con vistas a Las Arenas, el siguiente lo hice contemplando la augusta Maison Carrée en el viejo foro romano desde el restaurante Le Ciel de Nîmes en lo más alto del edificio moderno proyectado por Norman Foster (Carrée d’art). Resulta curiosa esa mezcla de arte, historia y gastronomía. Sobre la mesa una bandeja de pizarra con el mejor steak tartar de Nimes y una copa de vino. A un costado, el templo romano mejor conservado del mundo. ¡Casi nada!

Bajo el sol y la brisa en Les Jardins de la Fontaine

Nimes, siendo una ciudad tranquila y poco ruidosa cuando quiere, también tiene sus vías de escape a escasos cinco minutos del centro histórico. En Les Jardins de la Fontaine, a los pies de la colina que los galos habitaron mucho antes de que llegaran los romanos, hay un pulmón verde donde respirar aire puro, darle al running o sentarse a leer un buen libro frente a las fuentes dieciochescas (que se iluminan magistralmente por la noche). Caminar por las ruinas del templo de Diana, ver a los patos en el antiguo manantial o subir a lo más alto de la Tour Magne me parece siempre una buena idea para vivir otra Nimes a un ritmo bien relajado.

Como Hemingway en L’ Imperator

Si vamos buscando en Nimes darle a la buena vida, qué mejor que hacerlo en uno de esos hoteles con solera, que no sólo te sube al cielo con sus cinco estrellas sino que te permite escuchar hablar a esas paredes que han visto pasar a Picasso, Hemingway, Ava Gardner y los mejores toreros del siglo XX y XXI. L’Imperator es el hotel más carismático de Nimes. Y no sólo por sus magníficas instalaciones sino también por las delicias nacidas de sus fogones bajo la batuta del premiado Pierre Gagnaire. Incluso no estando hospedado aquí, un cocktail en el Bar Hemingway resulta sencillo imaginar al escritor rematando uno de sus libros. Y con un Andy Warhol original colando de la pared.

Cita en Nimes, en Occitania