Un día en Altos de Francia, un viaje por el patrimonio

Es como estar en la otra punta del mundo después de una larga travesía, pero con más vida que nunca, en este espacio fabuloso al compás de las mareas. Ante una naturaleza cambiante y poderosa, se percibe la sensualidad y la belleza de la duna.

En traje de baño, aquí solían cruzarse antaño industriales adinerados y obreros. Actualmente, las obras de arte dialogan en torno al estanque de este «museo solidario». Con su mezcla de estilos evoca el espíritu de los años treinta, tan arraigado de la piscina de Roubaix.

Mecánica de las máquinas, tintineos, rodamientos y percusiones, entramos en el taller de Jean Bracq con el corazón en un puño y salimos con el cuerpo en trance. Desde 1889, 40 oficios Leavers dibujan los contornos de un encaje excepcional al ritmo de una música repetitiva y desenfrenada.

La luz penetra directamente para realzar los volúmenes de geometría radical de este castillo moderno, creado por el arquitecto Robert Mallet Stevens para el industrial Paul Cavrois en 1932. Cuando cae la noche, los ladrillos cálidos se desvanecen y los cárabos entonan su serenata.