Fantástico viaje a Las Islas de Tahití

Testimonio: Elena nos cuenta su maravillosa experiencia en las remotas Islas de Tahití, un paraíso de naturaleza intacta y costumbres ancestrales donde descubrió un «mundo de sensaciones»

Tahití

Nada más llegar al aeropuerto de Papeete empezó la avalancha de nuevas sensaciones. Me recibió un grupo de bailarinas que me obsequió con el primer collar de flores de tiaré. En el hotel Radisson Plaza Resort me esperaba una habitación con vistas a las playas de arena volcánica y un jacuzzi con flores. Imposible no recordar aquella primera noche. Al día siguiente paseé por las calles de Papeete y visité su famoso Ayuntamiento y el mercado donde tuve mi primer contacto con la cultura y la esencia del país: vainilla, coco, camisas y pareos de flores... y cómo no, el aceite de monoï.

Moorea

El siguiente destino fue Moorea, situada en frente de Tahití. El viaje en barco es la mejor opción para este trayecto, por las vistas de ambas islas elevándose en el mar, por el color cambiante de las aguas y por los delfines que me acompañaron durante todo el recorrido. En Moorea me alojé en el hotel Sofitel Ia Ora Beach Resort, en un bungaló sobre el mar que me dejó sin habla. No le faltaba detalle, con el suelo acristalado para ver el fondo marino. Dicen que el verdadero lujo de las Islas de Tahití está en sus aguas, así que me dispuse a disfrutarlas nadando con miles de peces de colores.

Siguiendo con el programa, al día siguiente, me apunté a una emocionante excursión de tres horas en quad. Fue estupendo: recorrí plantaciones de piñas, probé mermeladas de vainilla, tiaré y frutas tropicales, atravesé ríos y, al final, realicé una trepidante subida no apta para cardiacos a la «Montagne Magique». ¡Muy recomendable!

Bora Bora

Un nuevo amanecer me llevó a la siguiente isla, Bora Bora. Llegué al hotel Sofitel Private Island en lancha. Éste es sin duda un lugar para soñar y disfrutar de las impresionantes puestas de sol. En un barquito recorrí todo el perímetro de la isla y pude observar rayas y tiburones limón, también probé y me encantó la deliciosa comida polinesia a base de pescado crudo y exóticas salsas. De nuevo tomé el avión, esta vez para conocer dos islas del archipiélago de las Tuamotu, Rangiroa y Tikehau, muy distintas de lo que había visto hasta entonces. Una laguna de agua cristalina, rodeada por una lengua de tierra; esta vez no había montañas ni nubes coronándolas, solo playas infinitas, palmeras y sol. En Rangiroa me alojé en el hotel Kia Ora Resort & Spa, rodeado de un mar de palmeras y flores, con playas de arena blanca y bungalós sobre el agua. Decidí tomar una bicicleta para rodear la isla hasta el Tiputa Pass, el punto donde las aguas de la laguna y el océano se encuentran. No quise perderme la oportunidad de realizar una inmersión en la laguna e hice mi bautismo de buceo, nadando con tiburones y bancos enormes de peces...

Tikehau

Morena y con el olor a monoï acompañándome me dispuse a conocer la última isla de este gran viaje: Tikehau con su increíble laguna y playas de arena rosada junto a las que estaba situado mi hotel, el Pearl Beach Resort & Spa. Ese día decidí ir en busca de las famosas «mantas diablo» y, bajo el agua, uno de estos imponentes animales de casi dos metros se paró junto a mi y realizó una especie de baile antes de alejarse suavemente.

¡Estas cosas solo pueden pasar en las Islas de Tahití!

Saber más sobre Las Islas de Tahití

Cinco archipiélagos: Lejana y exuberante, la Polinesia francesa está formada por cinco archipiélagos: el de la Sociedad, que alberga las islas de Tahití, Moorea y Bora Bora; el de las Marquesas, donde vivieron Paul Gauguin y Jacques Brel; el de las Gambier y el de las Australes, todos ellos con islas altas y relieves montañosos. El quinto es el archipiélago de las Tuamotu, un rosario de 77 atolones rodeados de coral, entre los que se hallan Rangiroa y Tikehau.

Cultura ancestral: Polinesia es mucho más que islas paradisiacas: es una experiencia total, sabia mezcla de tradiciones y cultura; un verdadero arte de vivir cotidiano que se expresa a través de la música, la danza, la gastronomía, el arte del tatuaje y la artesanía. Un lugar donde es posible cultivar algo tan bello como la exclusiva perla negra de Tahití.

Actividades para todos: El peculiar relieve de las Islas de Tahití, con picos abruptos, frondosos bosques, cascadas y tubos volcánicos, invita a practicar un gran abanico de actividades: rutas a caballo, senderismo, parapente, safaris en 4x4 y canyoning en las esculturas de lava.

Fondos marinos intactos: Las aguas de las Islas de Tahití son célebres en todo el mundo por albergar excepcionales lugares de buceo donde practicar esnórquel y submarismo rodeados de bancos de peces de colores, mantas raya y tiburones. También son un lugar idóneo para los deportes náuticos.

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